Reconozco que Pilar Rahola nunca ha sido santo de mi devoción. En múltiples ocasiones he criticado su propensión a la demagogia y su excesivo apasionamiento al defender los temas, lo que le llevan en ocasiones a "perder los papeles".
Sin embargo, esta semana he sabido que ha sido amenazada desde una publicación vinculada a la izquierda catalana junto con otros personajes, acusándoles de "filosionistas" y culpándoles de ser "cómplices de genocidio, de torturas y de limpieza étnica". Y no estamos hablando de unos chavales que le hayan insultado por la calle, el tema está ya en manos de los mossos.
Como respuesta a quienes intentan taparle la boca, Pilar ha publicado el martes 13/01/09 una columna en La Vanguardia que paso a reproducir a continuación por lo excepcionalmente bien que expresa muchas de las cosas que dice.
Permitan un paréntesis, sin duda inusual, que no remite al análisis internacional que exige este espacio, sino a una cuestión de tipo personal. Estos días los escasos analistas que intentamos mirar el conflicto de Oriente Próximo desde una perspectiva que no es la antiisraelí al uso, y que no nos apuntamos al tiro enloquecido contra Israel, estamos sufriendo ataques de diverso tipo. Desgraciadamente, algunos provienen de sectores de la izquierda, y otros, de sectores islamistas. Personalmente, no me achican ni las campañas de difamación, ni los insultos, ni las amenazas.
La palabra libre define a los seres libres. Y sólo aquellos que tienen miedo a la libertad niegan el derecho a pensar libremente. Yo no pienso callar. Porque mi derecho a pensar distinto conforma mi dignidad como periodista y como persona.
Hablemos, pues, nuevamente, de lo que está ocurriendo a miles de kilómetros de nuestro país, no tanto para abundar en los lugares comunes de muchos análisis, que continúan simplificando el conflicto hasta el delirio –felices de poder considerar a Israel como el paradigma de la maldad, haciendo bueno, por el camino, el fenómeno totalitario yihadista–, sino justamente para introducir algunos matices cruciales para entender su complejidad.
Lo primero, la cuestión de la soledad israelí contra Hamas. Cabe preguntarse seriamente si Israel, ese Israel criminalizado en las calles, está tan solo en su decisión de acabar con la estructura militar de Hamas. En este sentido, algunas informaciones apuntan que la soledad no lo es tanto, aunque sea calladamente.
Muy significativa fue la entrevista de Henrique Cymerman al presidente Shimon Peres, cuya honestidad política define su larga carrera. Peres aseguró que, en privado, los árabes piden a Israel que acabe con Hamas. Y ello iría en consonancia con las informaciones que aseguran que los servicios secretos egipcios y jordanos sabían que Israel iniciaría esta ofensiva. De hecho, las primeras declaraciones del presidente Mahmud Abas fueron mucho más críticas con Hamas que con el Tsahal israelí. Hay que añadir a ello que algunos sectores disidentes de las dictaduras de la zona, como por ejemplo colectivos estudiantiles iraníes, también mantuvieron la misma postura crítica, aunque en este caso sufrieron la pertinente represión.
Daftar-e Tahkim-e Vahdat-Taif-e'Alameh, uno de los grupos más activos de resistencia contra el régimen, llegó a hacer un comunicado en los siguientes términos: "Hay que condenar los crímenes de Israel, pero es igualmente importante condenar a las organizaciones terroristas que usan los kindergarten y hospitales como escudos contra los ataques israelíes. El uso de escudos humanos por Hamas prepara el terreno para los intensos bombardeos y para la matanza de niños y civiles". Comunicado que no habrían sido capaces de subscribir algunos ruidosos de las izquierdas europeas.
También es muy significativo el papel de Turquía y, globalmente, a excepción de Siria e Irán, que torpedean cualquier posible acuerdo, por frágil que sea, el silencio de algunas de las cancillerías más importantes del mundo islámico. Si la mirada la desviamos hacia el mundo occidental, esta ofensiva de Israel es la que ha recibido menos críticas políticas de la historia.
A excepción de Zapatero, incapaz de sacarse del cerebro la kefia que tiene incrustada, y que ha vuelto a perder la oportunidad de ser un estadista, para acabar siendo un simple pancartista, la mayoría de los líderes han sido prudentes, y si han pedido contención a Israel, también han dejado claro su rechazo frontal a Hamas.
En el telón de fondo, el problema global del yihadismo, que preocupa a los más serios de la política internacional. No olvidemos, por ejemplo, que Egipto sufre el acoso del fundamentalismo islámico a través de la organización Hermanos Musulmanes, de la que nació Hamas. Puede que la calle grite mucho, y que Israel, como siempre, sea el blanco del odio. Pero en realidad está en la vanguardia de la defensa de la libertad. Y algunos que gritan en su contra lo saben.
1 comentarios:
ESPECTACULAR. Rahola hace mucho tiempo que escribe de forma magnífica. Desde aquí, todo mi apoyo en este momento de amenazas.
Publicar un comentario