domingo, 9 de noviembre de 2008

De loros, ardillas, manzanas y peras


Hace un par de semanas, los periódicos, las radios, las teles, los blogs... todos aparcaron por un momento las elecciones de USA y la crisis económica para hablar de S.M. La Reina. O más bien del segundo libro que Pilar Urbano había publicado sobre nuestra soberana. En sus páginas se incluían las siguientes perlas:
"Puedo comprender, aceptar y respetar que haya personas con otra tendencia sexual, pero ¿que se sientan orgullosos por ser gays? ¿Qué se suban a una carroza y salgan en manifestaciones? Si todos los que no somos gays saliéramos en manifestación... colapsaríamos el tráfico. Si esas personas quieren vivir juntas, vestirse de novios y casarse, pueden estar en su derecho, o no, según las leyes de su país: pero que a eso no lo llamen matrimonio, porque no lo es. Hay muchos nombres posibles: contrato social, contrato de unión".

Increíble, no? parece que nuestra reina había decidido aparcar sus más de 30 años de discreción para pronunciarse sobre el orgullo y el matrimonio homosexual pero también sobre el aborto, la eutanasia, hasta las relaciones diplomáticas con Marruecos... Toda una joya de libro, que la señora Urbano ha sabido manejar bien para convertir en el gran best-seller de estas navidades.

En estas 2 semanas hemos estado todos discutiendo mucho acerca de si la reina tiene o no derecho a hablar libremente.
Cual es mi punto de vista acerca de todo esto: la Reina lo es de TODOS los españoles y aunque a algunos les pese, este país, el 14/M/04 eligió un parlamento que votó en su momento a favor de una regulación que eliminara esta discriminación. Y es ahí, en el Congreso de los Diputados y en el Senado donde yace la soberanía popular y una vez el "pueblo ha hablado", su majestad debería haberse reservado sus opiniones para su intimidad, no para airearlas en público.
En ese sentido estoy de acuerdo con Estebán González Pons y su visión del papel institucional de la Reina:
"Pienso que el Rey y la Reina son como la bandera, a la que vemos cumpliendo su papel en los actos oficiales, pero que no hace declaraciones"
.

Ahora bien, cuanto de culpa o de responsabilidad tiene Pilar Urbano? Os recuerdo a quienes leeis esto, que Pilar Urbano es miembro del Opus Dei, y de hecho, en los días siguientes a toda esta polémica, ha declarado que "un matrimonio natural está compuesto por un hombre y una mujer, y no por un loro y una ardilla, o por otros sujetos”
A través de varios blogs, he podido llegar a una columna de Leopoldo Alas en la que comentaba un texto de Pilar Urbano publicado por Elle. Estamos hablando de 1994, así que os aviso: vais a "flipar". Por su interés, reproduzco íntegramente aquí algunos párrafos.

«...Es una aberración contra natura... La cosa no va tanto porque quieran adoptar niños y formar extrañas familias, a base de dos lesbianas o dos maricas, disfrazándose de marido y mujer, y jugando a papás y mamás. No. Es mucho menos sentimental y mucho más pegado al vientre y a la pela. Hablan de convertir las uniones de derecho».

«Empiezan equiparando el matrimonio y la pareja. Y, dentro de esa aleatoria y zoológica cosa llamada la pareja -va de suyo que ahí no hay más que apareamiento- dicen que a efectos civiles y mercantiles da lo mismo que sean un hombre y una mujer, que dos tíos, que dos señoritas... Van por la pela. Se trata de generar derechos: una pensión de viuda para un maricón fiel hasta la muerte; una mensualidad indemnizatoria para la cónyuge machihembra abandonada por el cónyuge marimacho; la herencia del sarasa rico, recomido de sida... Pero, para que el aberrante esperpento cuele, echan mano de la fibra sensible: el derecho a adoptar niños. Hombre, en toda adopción hay una sustitución, una paternidad/maternidad simulada, de ejercicio y no de origen. Pero éstos, además de la simulación, buscan la suplantación y la impostura».

«Dos homosexuales podrán ser un par, por aquello de ser dos, como las alpargatas. Pero nunca serán una pareja. Ni siquiera una yunta. Y por supuesto, jamás un matrimonio. Esa institución (monogámica, heterosexual, formalizada y consensual) o se da entre un varón y una hembra o no se da».

«Sería perverso y pervertidor que un niño, que una niña, se criase en el ambiente enrarecido, enfermizo, deformante, vicioso y tarado de un par de maricones o de lesbianas que fingen ser lo que no son, hacer lo que no hacen y dar lo que no tienen. No hay ni leyes, ni tribunales capaces de trasvestir a una hembra en un padre o a un macho e una madre... P.S.: El homosexual me merece el mayor de los respetos, siempre que sepa apechugar con su desviación, a solas».

Todo un derroche de compasión cristiana y de tolerancia. Ahora es cuando me surge la duda de si la Reina no se vio inducida a decirle estas cositas a la autora. Según Felipe González "lo único que puede decirle a los españoles", es que lo que cuenta la periodista en la obra "no se corresponde con el pensamiento" que él conoce de la Reina. No dudo que de alguna manera esta sea su forma de pensar, pero sí sospecho que no midió sus palabras y las posibles consecuencias de sus declaraciones.

En fin, antes era solo un tema de manzanas y peras, parece que ahora hay que incorporar también a los loros y las ardillas...

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