martes, 4 de noviembre de 2008

No fue una noche cualquiera... Shalom Javer!

4 de noviembre de 1995. Sábado. 20:30 El Real Madrid-Real Sociedad nos había reunido en casa. Para variar, yo estaba casi más preocupado por la comida que por el fútbol, pero ya me conocéis, ¿no? Simplemente el hecho de tener a mis amigos en casa era suficiente para aguantar el "sacrificio".
Resultado? un 3-2 con penalti dudoso incluido. Terminó el partido y de repente, cortaron la emisión para ofrecer un especial informativo. La Plaza de los Reyes (Tel Aviv) en pantalla? Qué es esto? Qué ha pasado? me quedé pegado a la pantalla mientras mis amigos seguían comentando el partido, ajenos totalmente a lo que estaba pasando. Finalmente tuve que pegarles un grito y mandarles callar. Recuerdo que alguno de ellos, a pesar de todo, seguía sin entender nada, pero desde luego, no me sentía capacitado para explicarlo en ese momento.
Al parecer había muerto un israelí; "vaya, otro atentado" dijo alguien. Es el primer ministro, "bueno, pues vaya plan"... esto es todo lo que ellos veían. Inmediatamente, yo me di cuenta de lo que en realidad este atentado suponía.

Pero antes de seguir, viajemos un poco en el tiempo. Yitzhak Rabin nació el 1 de Marzo de 1922 en Jerusalem, hijo de ukranianos. Casado con Leah Rabin, tuvieron dos hijos: Dalia y Yuval.
Participó en la guerra Árabe-Israelí de 1948, siendo el comandante de la brigada que liberó la ciudad de Jerusalem gracias al Camino de Burma. Fue nombrado comandante en jefe del ejército israelí en 1964 y bajo su mandato se logró la victoria en la guerra de los seis días.
Comenzó su carrera política en 1968 como embajador en Estados Unidos. En 1973 fue elegido miembro del Knesset y en 1974 se convirtió en ministro de trabajo con Golda Meir.
Fue elegido Primer Ministro en 1974 y se mantuvo en el cargo hasta 1977. Durante su mandato se hicieron importantes avances que terminaron fructificando en los Acuerdos de Camp David (1978) y el tratado de Paz con Egipto (1979).
Posteriormente pasó a la oposición, convirtiéndose en ministro de defensa entre los años 1984 a 1990 con sucesivos gobiernos de Yitzhak Shamir y Shimon Peres.
Durante este período, hubo de enfrentarse a muchos atentados y especialmente sufrió el inicio de la primera intifada. En sus discursos, pudimos oirle defendiendo la política de mano dura del gobierno israelí, manteniendo que la única posible reunión con el enemigo sería en el campo de batalla, rechazando cualquier opción de negociación.
En 1992 fue elegido primer ministro por segunda vez y fuimos testigos de un importante cambio en su política. Yitzhak Rabin fue consciente de la necesidad de una negociación y el establecimiento de conversaciones con la OLP de Yasser Arafat. Estas acciones llevaron a la firma del Tratado de Paz con Jordania y los Acuerdos de Oslo en 1993.
Gracias a todo esto, obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional y el Premio Nóbel de la Paz, ambos compartidos con Yasser Arafat, quien hasta hacía bien poco era visto como muy cercano al mismísimo demonio por la población israelí. De hecho, muchos de los israelíes reprochaban al primer ministro este acercamiento, pero afortunadamente, la mayoría eramos conscientes de los grandes avances hacia la Paz que
todo esto suponía.
La noche del 4 de noviembre, Yitzhak Rabin estaba subido en un escenario en la Plaza de los Reyes de Tel Aviv festejando la paz. Miles de personas se concentraban allí para dar un mensaje al mundo, para gritar por una esperanza nueva, que todos veíamos reflejada en esos ojos que estaban consiguiendo dirigirnos.

Por todo esto, esa noche me quedé pegado al televisor. Mis amigos se fueron de copas sin entender nada y yo me quedé allí, esperando que en las noticias dijeran algo que obviamente no iban a decir. Todo había acabado y todos eramos conscientes de que las cosas iban a cambiar mucho en adelante. Desgraciadamente, así fue.
Me temo que aún hoy, 13 años después, seguimos echando de menos a nuestro amigo Rabin, seguimos necesitándole. Aún nos hace falta un líder que logre agrupar a todo el pueblo israelí bajo una ilusión y convenza a nuestros vecinos de que la paz es posible y debe ser deseable.

Gracias por todo lo que hiciste.
Shalom Javer, Adios Amigo.

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